Solcito de otoño

Una mujer se acerca a un banco para hacer una pausa, un alto en el camino, en un día que parece no ser uno más en su existencia. Una mujer, un cactus en sus manos y un morral. Un misterio, o varios. Una mujer, un cactus, y... ¿Un hombre? Un encuentro casual que abre un mundo de infinitas posibilidades bajo las raquíticas ramas de un árbol, que servirá de excusa para que Andrea nos lleve de la mano, con sensibilidad, humor y emoción, por la historia de su vida, y compartirnos un suceso que puede cambiarlo todo.

Una paleta de colores que sólo puede apreciarse bajo la cálida luz de un sol otoñal, porque ninguna de las demás estaciones es tan poética. Andrea nos hace un lugarcito en su banco, y nos abre su alma.

Pasen. Dejen de mirar por un momento sus relojes y teléfonos celulares. No les van a servir. Acá el tiempo transcurre diferente.

Miren y escuchen. Sientan.

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