Disparatada comedia concebida como un homenaje a Sandro y -especialmente- a las miles de mujeres que lo adoran. Una trama repleta de enredos, identidades cruzadas y engaños entrelazados por bizarros relatos sobre la salud, la enfermedad, el matrimonio y la familia.
Una mujer le confiesa a su mejor amiga un secreto: su hija es en realidad el producto de un romance con Sandro. Pero a su marido le dice que el verdadero padre de la chica es un alienígena que la sedujo años atrás para abducirla en su platillo volador y más tarde devolverla a la Tierra. Cuando habla del extraterrestre. ¿se refiere a su esposo o a su amado Sandro?
Así comienzan múltiples acusaciones encubiertas, engaños, identidades cruzadas y disparatados relatos sobre la salud, la enfermedad, el matrimonio y la familia.
Una comedia de enredos moderna, con mucho humor cruel y negro, donde todo lo que dicen los personajes está permanentemente puesto en duda; y un final sorprendente que abre nuevos interrogantes.
¿En algún momento sabremos realmente quién es quién?
Cuenta el Director Hugo Urquijo
El texto es de gran impacto temático en este momento de nuestra dramaturgia. En principio, porque el autor narra una historia con su desarrollo, su clímax y desenlace; que el público puede seguir con interés, con humor y con posibilidad de identificación.
Y además, porque hace un planteo muy original acerca de la relación del argentino con sus ídolos (Sandro en este caso), tomando ese punto de partida para desarrollar la temática de la negación y la hipocresía en las relaciones interpersonales y de pareja.
Lo inconfesado y lo inconfesable; lo que se dice y lo que no, genera planos de subtexto sumamente interesantes; que además tejen equívocos que suman ritmo a la pieza, haciendo que los personajes crean estar hablando del mismo tema, cuando en realidad, hablan de otra cosa.
Daniel Dalmaroni recurre a un nivel descarnado de humor, que roza el grotesco. Intenté ser fiel a eso, ateniéndome a volcar el texto con trabajos actorales de gran envergadura en su verdad y su emoción, precisamente porque el estilo disparatado del texto requiere una gran verdad en la actuación.
- TEATRO DEL PUEBLO (2008)