Yerma

Yerma, casada con Juan hace unos años, no logra quedar embarazada y su anhelo de maternidad parece ser indiferente a su marido. El paso del tiempo y la frustración por esta imposibilidad, sumados a la permanente represión marital por las formas sociales, abren en ella una búsqueda de respuestas cada vez más intensa. En este recorrido, La Vieja, voz experimentada, evidencia la liberación del deseo sexual como acceso a lo fecundo y Víctor, que despierta lo que su esposo no, atraviesa la historia como pulso de lo latente, como aquello posible pero negado. Una tragedia enraizada, un recorrido escénico de la mujer que rompe la ley porque lo reprimido siempre estalla.

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