Elena

Elena, acompañando a su hijo Oswald, gravemente enfermo, parte a París. Antes de marcharse, visitará al Pastor Manders, su consejero religioso y a quien también, amó infructuosamente en su juventud.

Veinticinco años antes, Elena, al comprobar la disoluta vida de su esposo, el Capitán Alving, había recurrido al Pastor Manders en busca de auxilio espiritual y afectivo pero éste la había rechazado y conminado a volver su hogar. Sometiéndose a sus rígidos preceptos victorianos, Elena simula una dichosa vida familiar hasta que, finalmente, Alving fallece a consecuencia de sus excesos posibilitándole a ésta recuperar su dignidad y reemprender una nueva etapa en su vida. Pero los espectros del humillante pasado retornan en la figura de su hijo, víctima de una enfermedad hereditaria.

La visita de Elena a la casa del Pastor Manders no es solo una despedida final. Es el doloroso reproche de una mujer que ha sucumbido a los efectos represivos de una moral hipócrita e inconducente. En definitiva, un canto a la autenticidad y a la vida misma.

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